martes, 29 de marzo de 2016

A CORRER






Lo que conocíamos de autismo, no tenia nada que ver con como veía a mi hijo, por ello pensamos que era tema de lenguaje y fuimos a una logopeda. Después de 45 minutos de evaluación nos comenta que tiene rasgos del Trastorno del espectro.... ya sabia lo que iba a decir, lo que había rezado para que no lo dijera, minutos antes, pero el destino no se apiadó de mi, y lo que es más delicado, de mi hijo.

La noticia, cada padre la encaja como puede, en este año que llevo en este mundo, he visto de todo, por desgracia. En nuestro caso, lo que hicimos fue dedicar cada respiro durante todo el mes siguiente a buscar una solución que pensábamos no había, aun así, no nos dejábamos vencer. A día de hoy no se cómo tuvimos fuerzas. Había visto en blog, tema relación - vacunas... pero lo que solemos hacer todos.... si bueno.... también es tener mala suerte, hay pocas posibilidades que nos toque, grave error! Te hacen varios análisis durante el embarazo para el Síndrome de Down, sueñas con el numerito X/275 para no tener riesgos, y nadie te dice que tienen autismo 1 de cada 68 niños... por favor, por favor. Y más grave, el resto de enfermedades relacionadas con las mismas causas, hiperactividad, trastorno del desarrollo, esquizofrenia, altas capacidades... ¿cuantos niños hay en cada clase de colegio con estos problemas? ¿Un 30% de la clase? ¿Por qué los profesores no dicen nada? Que casualidad que ahora... todas las clases sean movidas y con problemas.

Y hay estudios donde nos avanzan que en 2025 la mitad de los niños tendrán autismo.

Seguimos investigando, contactamos con investigadores de varias publicaciones exitosas, nos dicen que ya sabemos... las cosas van lentas. Seguimos buscando, y damos con el protocolo Dan. LEEMOS que hay esperanza, aunque fuera mínima, tenemos que intentarlo, nos hemos comprometido traerlo a este mundo y con todas las consecuencias, aunque nos dejemos la vida en ello, más fácil es darle el medicamento famoso para relajarlos, y tenerlo sentado con un dispositivo móvil como nos sugieren desde psiquiatría, pero no, no nos rendiremos.


Entre tanto seguimos la vía tradicional, neuropediatra, psiquiatra, evaluaciones del equipo de orientación del colegio... todas las posibles, esperando un poco de... oxigeno para seguir teniendo fuerzas en busca de una solución. Cada vez, escuchamos las mismas palabras que se quedan impresas como si fuéramos una res a la que marcan, "confirmo diagnostico". 

Conocíamos a nenes de más edad y todo parecía apuntar que llevaban razón. Esto es genético, es así y ya esta, cuanto antes lo aceptéis, mejor para todos, tenéis que hacer el duelo e ir a una psicóloga que os ayude a todos. ¿el duelo? ¿quién ha muerto? 

No parecía que fuéramos a ver la luz, ni un soplo de tiniebla en tanta oscuridad, después de tanto luchar en esta vida, ya esta, ya se ha acabado todo aquí y con él, ¿que será de nuestra familia? ¿que será de mi hijo? me ahogaba la pregunta y aún me ahoga.

UNA VIDA ANTERIOR Y UN TRASPIÉS







A mi hijo le costó venir, sabía que era muy deseado por toda la familia. Cuando llegó, fue después de un embarazo que disfruté, un parto normal, todo sin problemas. Durante su primer año de vida todo iba bien, incluso yo diría que su desarrollo era muy bueno, gateó a los 6 meses, anduvo a los 12, dijo papá y mamá a los 7 meses recién cumplidos, pintaba usando la pinza, hacía puzzles, jugaba con su mesa de actividades, con sus abuelos al cucu - tata, aún recuerdo sus risas, su mirada pícara, le gustaba mucho el contacto fisico y la juerga, era mi bichillo, un bichillo, un dulce. 

Paseos,juegos, risas, miradas cómplices...un sueño cumplido.


Pero algo pasó después de una serie de vacunas que atacaron su maltrecho sistema inmune. Sutilmente dejó de ampliar su vocabulario, sentía mas cariño por su papá que por mi, cuando paseábamos iba inmóvil en su carricoche mirando todo, le costaba ir a dormir,  no era fiable ir con él ni siquiera de la mano por la calle, en cualquier momento podía salir corriendo sin tiempo para reaccionar. Pero a pesar de todo seguía estando "on". No hacia falta que me hablara, con su mirada yo ya sabía lo que quería y se lo daba, o él me llevaba de la mano, no nos hacia falta más.

Aún así, llegaron los dos años, y le comentamos al pediatra que nuestro hijo no hablaba, "fuimos en busca de ayuda", la respuesta fue, "ya hablará, hasta los 4 años tiene tiempo de hablar". Y así nos volvimos para casa. Siguieron pasando los meses y hacía algún amago de hablar, incluso juntaba dos palabras, con lo que eso y otros problemas externos, hicieron que dejáramos un poco de lado la preocupación. 

El maldito autismo se aprovechó y siguió avanzando silencioso, llegaron los dos años y medio y se puso muy enfermo físicamente, dejó de comer, no miraba, no respondía a su nombre, estaba en un rincón absorto con el móvil o viendo la televisión, sin importarle quién entraba o salía de casa, dejó de interesarse por el mundo. Físicamente, su color de piel era extremadamente blanca, bajó mucho de peso, el autismo estaba atacándolo por todos lados y estaba saliendo victorioso.  Recuerdo una tarde al pasar por su lado, mirarlo, observarlo, y decir, ¿qué le pasa a mi hijo? No era él.

A partir de ese momento y con el apoyo de la familia, empezamos a correr, si, correr.